Bienvenida la Conade y Ana Gabriela / Vale al Paraíso

El sábado 1 de diciembre prepárese a disfrutar el espectáculo de su vida. Escoja un buen lugar en el escenario nacional. Compre las palomitas y el infaltable refresco, para observar el programa de reubicación de casi todas las
Secretarías de Estado y organismos del gobierno federal; quedarán exentas las Secretarías de Gobernación, Hacienda, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional y Marina, por lo pronto.

En lugar del acostumbrado desfile militar, organizado con motivo de la unción del nuevo presidente azteca, en el cielo se proyectará un desfile de bienes de oficina. Con la debida oportunidad se exhortará al pueblo para que salga de su casa en orden, acomode la silla de plástico donde pueda, y se disponga a ver pasar el raudo mobiliario, sin faltar los lápices con la masticada goma de borrar y las guarniciones de comida mexicana con harta cebolla, que suelen consumir los burócratas en su mesa de trabajo.

Para alegría de mi amiga Fernanda —versión femenina de los maravillosos Trotamundos de Harlem—, Aguascalientes recibirá a mil 600 trabajadores de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), y a la medallista
olímpica Ana Gabriela Guevara al frente del organismo.

Al omitirse las razones de esta reubicación, se especula que al candidato triunfador, Andrés Manuel López Obrador, le informaron de nuestras habilidades deportivas durante la Feria de San Marcos, como son el levantamiento del vaso, el lanzamiento de botellas de vidrio, el empinamiento de yardas, el boxeo a puño limpio, la arrojada al piso de la corcholata de platino y la carrera de 100 metros de las ratas de dos patas al momento del robo, entre otras disciplinas mundanas.

La travesía no tiene carta de navegación para llegar ordenadamente a los puertos previamente seleccionados. Tampoco está sustentada en diagnósticos sociodemográficos y económicos de las entidades anfitrionas, incapaces de
ofrecer en este momento, a más de un millón de burócratas federales y sus familias, viviendas, infraestructura urbana, centros educativos, servicios públicos, seguridad pública estatal y municipal, recreación, agua potable,
coberturas del ISSSTE y del FOVISSSTE.

De la experiencia del INEGI fui participante cuando trabajaba en la delegación del ISSSTE. Su llegada a Aguascalientes se dio después de revisar pros y contras de otras opciones, como fueron los casos de Guaymas, Pachuca y Monterrey, por ejemplo. La planeación de su traslado estuvo a cargo de la Comisión para el Operativo de Reubicación —integrada por destacados funcionarios del Instituto—, debidamente coordinada con diversas instancias de los gobiernos estatal y municipal de la capital. Se llevó más de dos años. Se recibieron a más de tres mil trabajadores y sus familias. Y el costo por la reubicación de cada uno de ellos fue de seis millones 700 mil pesos, en 1985 y años siguientes.

Según la nota publicada en El Heraldo de Aguascalientes (17/07/2018), la descentralización del Instituto “es una falacia”, porque “del 100% de los funcionarios de la llamada alta directiva, más del 80% vive y trabaja a control
remoto desde la Ciudad de México, pese a que en Aguascalientes laboran más de seis mil personas, mientras en Ciudad de México la cifra de colaboradores apenas rebasa los 1,500 trabajadores”.

Pues sí, atrás quedaron los dorados tiempos de la presidencia de Carlos M. Jarque, quien vivía con su familia en Trojes de Cristal. Y sus hijos acudían a los colegios de Aguascalientes. Era frecuente verlos los domingos en misa,
conviviendo con sus hermanos en Cristo.

Sumados a los mil 600 trabajadores de la Conade, se esperaría el aterrizaje de dos mil trabajadores más del INEGI y sus familias.

¿Está preparado Aguascalientes para el impacto que se pudiera generar con la integración de tres mil 600 empleados federales?

¿Qué ocurrirá con aquellos matrimonios que laboran en distintos centros de trabajo? ¿Dividirán la aportación al ingreso del hogar? ¿Vendrá la separación, traumática para hijas e hijos?

En una visión distorsionada, la próxima administración supone que el ejército de burócratas generará “desarrollo económico” en otras zonas de México, pero no es así, el crecimiento es consecuencia de la inversión y la actividad
productiva.

Porque alguien debe de escribirlo: De acuerdo a una nota publicada en El Universal (19/07/2018), Aguascalientes posee otro honroso primer lugar nacional. Martín Orozco Sandoval es el gobernador mejor pagado del país. El contribuyente le entrega un sueldo mensual bruto de 245 mil 742 pesos, superior, inclusive, al del presidente Enrique Peña Nieto, de 209 mil 135 pesos.

MOS, siendo alcalde del municipio capital (2005 a 2007), cobraba al mes 102 mil 763 pesos al mes. María Teresa Jiménez Esquivel tiene en 2018 un salario mensual de 72 mil pesos. Si Pitágoras no miente, esto quiere decir que la alcaldesa recibe el 29.5 por ciento menos de paga, once años después. La diferencia en gastar el dinero ajeno se nota, ¿verdad?

Coda: A la subdelegada de la SEP en Aguascalientes, Deyanira Portillo Langagne, no se le da la discreción, prudencia e institucionalidad, a juzgar por su insidiosa narrativa del sainete ocurrido recientemente en la dependencia.

Los asistentes a la sesión mensual de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, ubicados en la mesa de honor, escucharon asombrados la historia pormenorizada de la chismosa funcionaria.

marigra1954@gmail.com